Autor(es): Guadalupe Zárate Miguel
Resumen: El establecimiento en nuestro país de inmigrantes de diversas procedencias ha marcado de distintas formas a la historia nacional. La llegada a México de chinos, franceses, menonitas y judíos —por mencionar algunos grupos de extranjeros—supuso su integración a procesos económicos y sociales ya existentes. Su participación en algunos sectores económicos fue a tal punto importante que modificó el carácter de algunos de ellos, como fue el caso del comercio ambulante. El comerciante ambulante mexicano traficaba casi siempre en pequeña escala con mercancías artesanales: alfarería, cestería, artículos agrícolas y ganaderos. Los inmigrantes, en cambio, se dedicaron a la venta de artículos sencillos pero que requerían de un proceso industrial: agujas, alfileres, artículos de ferretería y bonetería, zapatos, telas… en su mayoría de importación; así fueron activos promotores del consumo de productos industriales accesibles a amplios sectores sociales.
La influencia de los inmigrantes rebasó el marco económico debido a que la mayoría de ellos constituyeron organizaciones que los agruparon y representaron. Su organización permitió la continuidad de formas culturales propias, fue un medio para defender sus intereses económicos y a la vez les dio representatividad política. Los descendientes de estos inmigrantes, mexicanos por nacimiento, han mantenido estas organizaciones —en algunos casos reactualizadas— y continúan practicando un idioma, religión o costumbres particulares que los distinguen de la mayoría de la población.