Libro-imagen-texto-imagen

Autor(es): Ernesto Aréchiga

Resumen: Sonia Lombardo de Ruiz, Guadalupe de la Torre Villalpando, María Gayón Córdova y María Dolores Morales Martínez, Territorio y demarcación en los censos de población. Ciudad de México 1753, 1790, 1848 y 1882, México, INAH/UACM/Apoyo al desarrollo de archivos y bibliotecas de México, A.C./Centro de Investigación en Geografía y Geomática “Ing. Jorge L. Tamayo”, 2009.

Los libros todos se parecen. Tienen una portada, un lomo, una contraportada, páginas. Como dice el diccionario de la Real Academia, un libro es un “Conjunto de muchas hojas de papel ordinariamente impresas, que se han cosido o encuadernado juntas con cubierta de papel, cartón, pergamino u otra piel, etcétera y que forman un volumen”. Pero ésa es la base formal, material del objeto que llamamos libro. Su definición es imposible si nos atenemos al contenido, porque entonces nos enfrentamos a una infinita variedad. De cualquier modo podríamos intentar una clasificación elemental. Hay libros que se componen sólo de textos: letras que forman palabras, las cuales a su vez componen oraciones alineadas en renglones, párrafos y páginas organizadas en apartados o capítulos. Hay libros que además de tener textos incluyen imágenes para ilustrar o apoyar lo que se dice en los textos. Además, las imágenes forman un amplio conjunto donde se incluyen bocetos, pinturas, murales, fotografías, grabados, croquis, planos, mapas, etcétera. Hay libros que privilegian lo visual pues las imágenes se acompañan de textos explicativos que permiten al lector-espectador entender mejor o de manera más profunda lo que está mirando. Al voltear las hojas de Territorio y demarcación en los censos de población, el lector se encuentra frente a un libro-texto pero también frente a un libro-imagen y además frente a un libro-imagen-texto-imagen. O dicho de otro modo, éste es un libro complejo que posibilita diversos niveles de lectura. Si uno quiere, puede enterarse con detalle sobre los cambios ocurridos en el territorio y demarcación de la ciudad de México entre 1753 y 1882, a través de un texto en el que se da seguimiento a las transformaciones de la capital en su extensión territorial, su trama hidráulica, su entorno urbano, sus divisiones internas, sus plazas y sus calles. La descripción es rigurosa al punto que es posible que el lector se imagine que es un transeúnte en la vieja ciudad, capaz de atestiguar sus mutaciones en cuatro tiempos: 1753, 1790, 1848 y 1882. Cada momento es una fotografía fija, pero al terminar la lectura se obtiene la visión de conjunto y es factible percibir el movimiento lento de una ciudad premoderna en tránsito paulatino hacia su modernización.

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