Autor(es): Patricia Arias, Jorge Durand
Resumen: A mediados de 1988 empezó a aparecer entre los anticuarios del occidente del país una inusitada cantidad de retablos a la Virgen de San Juan de los Lagos. La fuente de esos ex-votos eran unos “chachareros” que, según su versión, los habían recogido en un rancho de los Altos de Jalisco donde habían sido abandonados. Los cerca de dos mil retablos allí reunidos permitían ver en conjunto esa expresión popular donde la desgracia y felicidad íntimas se combinan con el propósito de que se conozca lo más ampliamente posible: en el retablo se procura de manera explícita la identificación del creyente como persona, como sufriente, como agradecido. Es un testimonio de lo más privado y, al mismo tiempo, de lo más público. Pero esos ex-votos a la Virgen de San Juan no eran sólo un prontuario de más de dos mil tristezas y alegrías individuales. Sin duda, la viej a y europea tradición de dar gracias en forma gráfica fue enriquecida en México con descripciones precisas y prolongadas del momento y el contexto del milagro de la imagen venerada.