Autor(es): Beatriz Rojas
Resumen: El tema de las constituciones es tan antiguo que lo podemos remontar hasta las civilizaciones griega y romana. Sin embargo, lo que particularmente nos interesa es el proceso de razonamiento que se inició hacia mediados del siglo XVII, (algunos autores dirán que desde principios del siglo XVI), con los ordenamientos constitucionales que caracterizaban entonces a las naciones europeas. Este proceso constitucional se consolidó en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las reflexiones de Montesquieu sobre la constitución inglesa volvieron vigente este asunto y cuando más tarde la Revolución Francesa forjó otro modelo de constitución. El contraste entre estas dos formas de constitución lo hizo evidente Edmund Burke, quien en Reflexiones sobre la Revolución Francesa, comparó los dos modelos constitucionales europeos reconocidos como tales en aquellos años; el inglés —que incluye al americano— y el francés. La reflexión y toda la literatura que se produjo en la época sobre estos dos ejemplos motivó a otras naciones a cuestionarse sobre el tipo de constitución que las caracterizaba, ya que una constitución, hasta que aparecieron las constituciones americana y francesa, no necesariamente se plasmaba de manera escrita o declarada; era algo que el tiempo iba fraguando y para conocerla se requería rastrearla en el tiempo. Por eso la historiografía la ha llamado “constitución histórica” o “antigua constitución”.